No confundir los medios con los fines

No confundir los medios con los fines
De mi etapa durante el instituto, recuerdo un compañero al que llamaban El súper (¡qué raro! adolescentes poniendo motes a compañeros y compañeras, profesores y profesoras…). En este sentido, el susodicho salía beneficiado. Lo llamaban así porque sacaba buenas notas en todas las asignaturas. Su estrategia era bien sencilla: almacenaba la mayor cantidad de información posible, bien a través de los apuntes del o la profesora o del libro de texto y luego, en el examen o en los controles (¡uff! qué poco me gusta esta palabra), era capaz de vomitar todo aquello que había ingerido (intelectualmente hablando, claro). Vamos, un buen cliente para una educación bancaria (en términos freireanos) omnipresente en aquella época… bueno y, por desgracia, todavía demasiado presente hoy en día. Casualidades de la vida, ha acabado convirtiéndose en banquero. Fue un alumno con mucho éxito escolar porque entendió perfectamente cuál era la lógica docente de aquella época (y, mal que nos pese, de la de hoy también en demasiados casos):
Profesorado = transmisor (léase también sabelotodo)
Alumnado = receptor (léase también nosabesnada)
Pues bien, esta anécdota me sirve para situar la reflexión que quiero anotar: en muchas ocasiones en el profesorado confundimos los medios con los fines. Está claro que en la anécdota que acabo de contar, el profesorado utilizaba un medio (el examen o los controles) como si fuera un fin (dándoles a la calificación la misma categoría que la evaluación).
1. No confundir los medios con los fines: “Antes que preguntarnos ¿cómo educar? hay que preguntarse ¿por qué y para qué educar?”
Últimamente, cuando buscas en la web algún aspecto relacionado con la educación, aparecen dos vocablos de manera omnipresente que son utilizados cual varita mágica de Harry Potter y que te solucionarán todos tus problemas del día a día en el aula: innovación y metodologías emergentes (¡ojo! he dicho metodologías adrede, no pedagogías). Pero no es oro todo lo que reluce, con toda esta ingente cantidad de innovación y metodologías emergentes, se puede caer en el peligro de perder el norte educativo. Hay un aforismo que me gusta mucho y que viene al pelo aquí:
“Ningún viento es favorable para quien no sabe dónde va”. Séneca. 
2. No confundir los medios con los fines: “Calificar no es evaluar”. 
Al finalizar los períodos académicos tradicionales de la escolaridad obligatoria (trimestres), la administración suele hablar de evaluaciones (como si eso no se hiciera durante el día a día de las clases), es decir, llaman evaluar a lo que en realidad es calificar. Calificar puede ser un trámite burocrático o  una herramienta (léase medio no fin) más para mejorar los aprendizajes del alumnado y del profesorado. En ningún caso es el final (ni mucho menos el más importante) de un proceso llamado evaluación, ni tampoco es sinónimo de ésta. Evaluar es dialogar continua y diariamente con nuestro alumnado para ayudarlo a reflexionar sobre sí mismo y sobre lo que le rodea para ser mejor persona y para extraer lo mejor de él con el objetivo de transformar la sociedad de cara a lograr un mundo más igualitario y con mejor calidad de vida para todos y todas. Evaluar es perfeccionar el aprendizaje y la enseñanza, es decir, nuestro alumnado son mejores personas y nosotros somos mejores docentes. Calificar, por lo general, se suele utilizar con la función de seleccionar (o excluir), clasificar, etiquetar, acreditar… pero esta no debe ser su función principal.
Viento
3. No confundir los medios con los fines: “Antes que preguntarnos ¿cómo evaluar? hay que preguntarse ¿por qué y para qué evaluar?”.
Igualmente, nos lanzamos a utilizar instrumentos de evaluación sin tener muy claro cuál es la finalidad de los mismos. Por mucha rúbrica que usemos (herramienta tan puesta de moda últimamente, parece que si no usas una rúbrica no estás innovando), si tenemos claro que no puede ser un instrumento para seleccionar, controlar ni etiquetar a nuestro alumnado sino una herramienta para crecer y ayudarlo a ser mejor persona, si las utilizamos de manera puntual y con una finalidad sumativa (o lo que es peor, exclusivamente calificadora) caeremos en el error de una falsa innovación. Otra vez, confundimos el medio con los fines. Los instrumentos de evaluación están a nuestro servicio (y del alumnado, por supuesto), y no viceversa. Siempre hay que utilizarlos con una finalidad formativa.
4. No confundir los medios con los fines: “Cambiar la analógico por lo digital”.
Y, por último, en algunos foros, he tenido la sensación de que algunos compañeros y algunas compañeras están utilizando (con toda la inocencia y la buena voluntad del mundo, eso sí) las tecnologías para evaluar de manera tradicional, encubriendo una evaluación basada en la selección, en el control, en la exclusión, en la medición y en la clasificación, en lugar de utilizar las tecnologías y las apps para evaluar en el sentido de diálogo, aprendizaje, mejora, retroalimentación, reflexión, crítica, etc. De esta manera, simplemente han sustituido las prueba de papel y lápiz por las apps de móvil y dedo, es decir, el mismo perro con distinto collar. Es necesario reflexionar si el uso que les estamos dando a la tecnología es formativo o sumativo, solo así podremos ir en la buena dirección del uso educativo de la misma a la hora de evaluar.
Como conclusión, tenemos que tener en cuenta que evaluar (y en general, educar) es una cuestión compleja que responde a un procedimiento ético más que técnico y que, precisamente por eso, primero tenemos que formularnos preguntas fundamentales como ¿por qué y para qué educamos y evaluamos? antes que ¿cómo educamos y evaluamos? En definitiva, no confundir los medios con los fines.
AUTORÍA: ANTONIO GÓMEZ RIJO
Antonio Gómez Rijo
Es Dr. en Ciencia de la Actividad Física y del Deporte. Maestro. Colegiado 12323. Profesor de Educación Física del IES La Laboral (La Laguna, Tenerife). Docente en todas las etapas educativas (infantil, primaria, secundaria, bachillerato, formación profesional y universidad). Coordinador de seminarios de innovación educativa internivelares y miembro de grupos de investigación universitaria. Puedes saber más de él en su blog: educacionfisicaxxi.com y en su cuenta de Twitter: @agomrij

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